Nuestros padres son nuestro principal referente. Esta influencia se basa principalmente en dos factores: por un lado, el aprendizaje que hacemos a partir de observarles como nuestras figuras de referencia: sus reacciones emocionales, creencias, miedos, decisiones, deseos, hábitos, expresividad, forma de relacionarse, intereses, actividades, etc… es decir, de la observación de sus conductas en el día a día.
El otro punto esencial son las actitudes y estrategias que nuestros padres emplean tanto para relacionarse con nosotras como para educarnos. Dichas actitudes ejercen una influencia primordial en nuestro desarrollo cognitivo, emocional, conductual y social.
En el artículo de hoy te explicamos qué son los estilos educativos y por qué son un elemento decisivo en el ajuste social, relacional y académico de las personas, llegando incluso a ser un predictor de nuestra futura felicidad y éxito.
Los estilos educativos, también llamados parentales o de crianza, son el conjunto de técnicas, actitudes y estrategias educativas que utilizan los padres en relación a sus hijos.
La investigación realizada en este campo se basa principalmente en el trabajo de la psicóloga estadounidense Diana Baumrind, cuyo objetivo fue el de establecer una relación entre los diferentes estilos educativos y su impacto en el desarrollo, personalidad y autonomía de los hijos. Al concluir sus estudios, Baumrind estableció tres tipos distintos de estilos, dos de ellos negativos el autoritario y el permisivo y uno positivo, el estilo democrático. Posteriormente se añadió un cuarto estilo, el indiferente, también negativo.
Los estudios demuestran que los tres estilos que exponemos a continuación tienen efectos perjudiciales en distintas áreas como la autoestima, las habilidades sociales, la regulación emocional, el éxito académico y los procesos cognitivos.
En el estilo autoritario los padres ejercen un alto control sobre la conducta de sus hijos, usando tácticas de castigo ante la desobediencia y el incumplimiento de normas. Valoran por encima de todo el respeto a las reglas y se muestran poco cariñosos y atentos a las demandas afectivas de sus hijos.
Los padres autoritarios tienen un nivel alto de exigencia y no permiten que sus normas sean cuestionadas ni consensuadas. Prestan poca atención a las necesidades de sus hijos, su actitud es muy directiva y principalmente valoran la obediencia, ofreciendo poca autonomía y esperando ser obedecidos sin dar explicaciones.
Efectos en los hijos: Este estilo influye negativamente en los niños, fomentando la dependencia, baja autoestima, actitudes ansiosas, hostilidad, introversión y dificultades en el razonamiento.
Al contrario que en el autoritario, el estilo permisivo tiene un bajo nivel de control y una alta sensibilidad hacia las necesidades afectivas de los niños. Los padres permisivos tienden a mostrar su ambivalencia en la disciplina alternando elogios y castigos.
El estilo permisivo lo conforman padres afectuosos, sensibles e indulgentes que evitan el conflicto, con un bajo nivel de exigencia y una alta atención a las necesidades de sus hijos. Este tipo de padres marcan escasas reglas de comportamiento. Las decisiones son generalmente consensuadas con los hijos, no castigándoles si se muestran impulsivos y permitiendo un alto grado de autonomía sin exigirles madurez.
Efectos en los hijos: El estilo permisivo potencia conductas de dependencia, inmadurez, poco autocontrol, baja competencia social y un bajo nivel de concentración y esfuerzo.
3. Estilo indiferente
Los padres representativos de este estilo no muestran compromiso ni implicación afectiva hacia sus hijos. Esto se traduce en no ejercer control sobre ellos, no por razones ideológicas como sucede en el estilo permisivo, sino por negligencia, comodidad y falta de interés.
Estos padres invierten el mínimo tiempo y esfuerzo posible, no imponiendo normas de conducta porque ello supondría dedicación y vigilancia. Cuando los hijos traspasan los límites debido a su permisividad, en ocasiones los padres muestran conductas de ira y si sus recursos lo permiten, los compensan posteriormente con regalos materiales.
Efectos en los hijos: Los efectos de este estilo educativo varían según las familias y sus comportamientos, aunque es el que presenta resultados más negativos en cuanto a socialización, autoestima, autonomía, autorregulación, logros escolares, estabilidad y desarrollo cognitivo y emocional.
El único de los estilos educativos que se considera positivo es el que resulta más favorable para un crecimiento adecuado y saludable de los hijos. Se ha demostrado que es el democrático es el estilo que favorece una mayor independencia, madurez, autoestima, habilidades sociales, buena comunicación, seguridad, capacidad de razonamiento, confianza y ajuste emocional en comparación con los tres anteriores..
4. Estilo democrático
El modelo de familia democrática utiliza la negociación y el razonamiento para proponer normas, valores y roles que dirigen la conducta y actividades de los niños. Parte de la idea de que tanto padres como hijos tienen responsabilidades y derechos, por lo que evita la imposición de las normas y sólo recurre a actitudes autoritarias en casos excepcionales.
Los padres se esfuerzan por explicar a sus hijos las razones de las conductas demandadas, utilizando la comunicación y la argumentación para facilitar su comprensión, interiorización y cumplimiento. A su vez, se muestran afectuosos y sensibles respecto a sus necesidades emocionales.
Esto demuestra que los niños necesitan directrices y normas que les guíen en su crecimiento para poder actuar en función de ellas, pero estas normas no deben ser impuestas sino razonadas para facilitar su comprensión e interiorización. Por otro lado, el afecto, el acompañamiento, la atención y la sensibilidad a las demandas emocionales de los hijos son elementos esenciales en el desarrollo posterior de éstos.
¿Qué hace que nuestros padres emplearan uno u otro estilo educativo o que nosotros lo usemos con nuestros hijos? Los principales factores que influyen en esta elección más o menos consciente son, en relación a los padres: su personalidad, su nivel social y cultural y el estilo educativo que emplearon con ellos sus propios padres, y en relación a los niños, la personalidad de éstos.
Aunque los resultados son claros respecto a señalar el estilo democrático como el más deseable a la hora de escoger una pauta de crianza, también se han evidenciado algunas excepciones y circunstancias en las que puede no ser la mejor elección. Para un adolescente con problemas graves de conducta, por ejemplo, será más adecuado aumentar el grado de control en una línea más cercana al estilo autoritario.
En esta línea se deduce que teniendo en cuenta algunos factores como la edad, la madurez psicológica y casos o eventualidades como enfermedades graves, cambios importantes de vida, etc… el estilo utilizado debe ajustarse en función de cada hijo, su personalidad, necesidades y realidad concreta.
Quizás este texto te haya ayudado a identificar el estilo educativo que recibiste o el que estás empleando con tus hijos. Si te gustaría revisar alguno de sus efectos o necesitas orientación educativa, mándanos un mensaje y agenda tu primera visita gratuita presencial u online.