Malas noticias: el tiempo no lo cura todo

Lo sentimos pero… el tiempo NO lo cura todo.

«El tiempo lo cura todo» o «el tiempo lo pone todo en su sitio»… seguramente lo habrás dicho y oído muchas veces a lo largo de tu vida. Parece ser que si esperamos el tiempo suficiente, las cosas se arreglarán sin que tengamos que atrevernos a enfrentarlas nosotras mismas. Aunque tenemos malas noticias: no es así.

Cuando usamos este tipo de expresión lo hacemos para aliviar el sufrimiento propio o el de otra persona, darle ánimos y recordarle que la situación o el dolor acabarán pasando. Aunque con la mejor de las intenciones,  el mensaje que transmitimos es que sin que sea necesario hacer nada más, el malestar mejorará o desaparecerá o por sí solo… y nada más lejos de la verdad.

Las emociones que reprimimos, ignoramos o gestionamos incorrectamente, no sólo no desaparecen sino que quedan almacenadas en algún rincón esperando que paguemos nuestra deuda con ellas (y solemos hacerlo con intereses). Insatisfacción, ansiedad, estrés, depresión… pueden ser algunas de las consecuencias de pretender que el tiempo haga un trabajo que tenemos que hacer nosotros.

Desde este «el tiempo lo cura todo» nos convertimos en meras víctimas pasivas, en ranas hervidas. En lugar de responsabilizarnos de nuestras vidas esperamos a que las cosas (o los demás) cambien para ahorrarnos el trabajo de actuar, implicarnos, decidir, expresar, cambiar, enfrentarnos al dolor…parece que lo que queramos ahorrarnos, al fin y al cabo, ¡sea vivir! ¿Cómo hacer del paso del tiempo un aliado?


POR SÍ SOLO, EL TIEMPO NO CURA


A nuestra consulta llegan personas que han vivido experiencias dolorosas, muchas veces muy traumáticas. Muchas de ellas nos dicen que las han superado porque creen que pasado un cierto tiempo, ya no afectan a su presente.

El tiempo no cura. El tiempo aleja, minimiza, anestesia, diluye, ayuda a olvidar… y esto crea la falsa sensación de que lo que nos dolía se ha resuelto o ha desaparecido

El hecho que un suceso doloroso haya pasado hace tiempo, no aparezca en nuestros pensamientos o no lo recordemos, no garantiza que esté sanado o bien gestionado.

Las dificultades que se ponen de manifiesto en nuestro ahora muchas veces tienen su origen en el pasado, por lo que se hace necesario revisar qué es lo que quedó pendiente de cerrar y se ha añadido a nuestra «mochila personal». No podemos cambiar lo sucedido, pero sí trabajar las emociones ligadas a esas experiencias para que dejen de ser una carga.

Lo que cura no es el paso del tiempo, sino el trabajo consciente de nuestras emociones y experiencias dolorosas. Nos curamos a nosotras mismas cuando nos damos la oportunidad de revisar y sanar aquello que quedó incompleto.

Algunos signos de que tenemos temas pendientes de cerrar pueden ser:

1. rememorar de forma frecuente voluntaria o involuntariamente personas, emociones o circunstancias relacionadas con el pasado

2. mantener conversaciones imaginarias en las que se expresa algo que «tendríamos que haber dicho» a alguien

3. actuar por miedo a que se repitan sucesos vividos

4. cuando una situación actual nos recuerda a una del pasado impidiéndonos vivirla de manera natural

5. cuando sentimos que algún suceso «pesa mucho» o «nos ha marcado» en nuestras vidas

6. cuando lo que le sucede a una persona de nuestro entorno nos recuerda algo que vivimos, haciendo que nos cueste separar su vivencia de la nuestra (por ejemplo, asistir al funeral de la madre de un amigo y llorar la muerte de nuestra propia madre)

Si te indentificas en alguno de estos puntos, te recomendamos buscar ayuda terapéutica para poder reelaborar y cerrar los temas que hayan podido quedar pendientes, aligerar tu «mochila» e iniciar una etapa nueva sin arrastrar peso de tu pasado. En un proceso terapéutico, podremos por fin decir lo que en aquel momento no pudimos decir, tomar conciencia de aquello que en su momento no pudimos darnos cuenta, podremos expresar y atravesar las emociones que en su momento no pudimos gestionar y que continúan a la espera de ser atendidas. En esta tarea, los terapeutas acogemos y acompañamos a los clientes ofreciendo recursos y estrategias que garantizan un trabajo efectivo y profundo.

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El tiempo se convierte en un aliado curativo sólo si afrontamos lo que necesitamos resolver

El tiempo es una ayuda curativa si tenemos la valentía de comprometernos en nuestro bienestar e ir al encuentro de aquello que necesitamos cerrar para, por fin, poder soltarlo y convertirlo en un valioso aprendizaje. Para ello es necesario recuperar la responsabilidad en lo que sentimos e implicarnos en un proceso que nos lleve a vivir con mayor conciencia y plenitud.

*imagen de portada de Joshua Hoehne



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