El efecto Zeigarnik y la necesidad de terminación

¿Por qué a veces no puedes parar hasta acabar lo que estás haciendo? ¿Qué hace que te mueras de ganas de saber lo que ocurrirá en el próximo capítulo de tu serie favorita? ¿Por qué cuando tienes tareas a medias parece que no te las puedas quitar de la cabeza? Bienvenidos al efecto Zeigarnik.

 


RECORDAR LO INACABADO


Bluma Zeigarnik, psicóloga rusa de principios del S. XX, decidió iniciar una investigación después de que su maestro Kurt Lewin, uno de los psicólogos referentes de la escuela de la Gestalt, le explicara el curioso comportamiento que había observado en los camareros de un restaurante. Lewin se había dado cuenta de que éstos recordaban mucho mejor los pedidos pendientes de cobrar que los que ya habían sido cobrados, que olvidaban enseguida.

Zeigarnik realizó una investigación en la que los participantes debían realizar tareas sencillas como hacer puzzles, ejercicios matemáticos y collares de cuentas. Algunos de ellos eran interrumpidos durante la prueba mientras que a otros se les dejaba finalizarlas.

Después de comparar la memoria de ambos grupos, Zeigarnik descubrió que las personas que no habían podido completar las tareas las recordaban mucho mejor que aquellas que sí las habían completado.

Esto se debe a que una tarea iniciada moviliza una cierta tensión que se mantiene mientras la actividad no acaba. Gracias a esta tensión el contenido queda más accesible a la memoria. El efecto Zeigarnik, pues, se produce cuando una actividad que queda interrumpida se recuerda mejor.

 

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LA NECESIDAD DE FINALIZACIÓN


Nuestro cerebro lleva muy mal no saber. Cuando se encuentra ante algo que desconoce, activa un mecanismo que rellena el desagradable hueco con una suposición basada en respuestas y experiencias anteriores. Puedes leer más sobre esto en este artículo:

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Ante algo inacabado, nuestro cerebro se comporta de forma similar creando la necesidad de finalizarlo. Los fans de la serie The Big Bang Theory recordarán un capítulo en el que Amy intenta ayudar a Sheldon a superar su obsesión por la finalización haciéndole iniciar toda clase de tareas que luego no le deja acabar. El efecto Zeigarnik, por lo tanto, se suma al carácter rígido y obsesivo del personaje creando unas situaciones tan surrealistas como divertidas.

Precisamente esta necesidad de finalización es la que se usa en publicidad, cine, videojuegos, literatura y televisión. Los cliffhangers (colgando de un precipicio es la traducción literal) pueden ser una imagen, una frase o un «continuará» que consiguen mantener el interés del espectador y alimentar la incertidumbre que hará que sigamos leyendo o esperemos con ansia el siguiente episodio.

Parece ser entonces, que si iniciamos una tarea estaremos más dispuestas a finalizarla, por lo que puede ser una buena forma de usar el efecto Zeigarnik a nuestro favor. Eso sí, la actividad tiene que proporcionarnos algún beneficio o motivarnos de alguna manera, si no, la dejaremos a medias sin remordimientos.

 


¿ZEIGARNIK = PREOCUPACIÓN?


Desconocemos si existen estudios que relacionen el efecto Zeigarnik con las anticipaciones y las preocupaciones mentales sobre el futuro. No parece muy disparatado, no obstante, pensar que podría relacionarse con la tensión que genera preocuparnos (pre-ocuparse) anticipadamente por temas que aún no han sucedido.

Lo cierto es que cuando nos anticipamos a un acontecimiento sobre todo desde la preocupación y el miedo, creamos una tensión que nos activa a nivel mental, emocional y físico. John O. Stevens llama a esta movilización «ensayar para el futuro» porque el organismo se pone en marcha para actuar en una circunstancia que todavía no está presente.

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Si esa energía no puede liberarse en el presente (ocupándonos de ese asunto, pasando a la acción), ese excitación no materializada seguirá vigente de alguna forma interfiriendo en lo que sí estemos viviendo en el presente.Nuestro cerebro podría así interpretar la preocupación como algo iniciado pendiente de finalizar (aunque sea sólo mentalmente) y el efecto Zeigarnik se sumaría a los efectos del malestar que de por sí produce la anticipación en negativo de cualquier circunstancia.

A veces es útil y necesario prepararnos ante algunas situaciones (un examen, una conversación delicada, una circunstancia inevitable…). Debemos valorar si las emociones y pensamientos movilizados en la anticipación nos ayudan a enfrentarnos a ella o más bien nos lo dificultan desde la ansiedad y el miedo. Cuando la tendencia habitual de una persona es la de anticiparse negativamente a la mayoría de circunstancias, suele ser por la presencia de inseguridades y una necesidad excesiva de control.

Algunos estudios posteriores a los de Zeigarnik no tuvieron resultados tan claros, aunque otros realizados más recientemente demuestran que las tareas pendientes reclaman la atención de nuestro cerebro hasta que tenemos una idea de lo que vamos a hacer con ellas. En este sentido puede resultar útil realizar listas, tomar notas o pensar alguna posible actuación aunque no la llevemos a cabo inmediatamente, para que nuestro cerebro nos dé un respiro al pensar que tenemos el tema solucionado.



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