Celos entre hermanos: ¿qué hacer?

A menudo en consulta salen muchas dudas de cómo acompañar los celos entre hermanos, como adultos solemos apelar a la razón para disminuir o intentar acabar con este sentimiento desagradable. En la práctica, rápidamente entendemos que esta fórmula no sólo no funciona sino que puede llegar a generar el efecto contrario.


¿Cuándo aparecen los celos entre hermanos?

En primer lugar, es importante entender que los celos son un sentimiento natural y que forma parte de la vida, todos en un momento u otro los hemos experimentado con menor o mayor intensidad.

Los celos aparecen cuando nos sentimos en desventaja, cuando tenemos miedo a perder y nos sentimos amenazadas, inseguras, engañadas, excluidas, comparadas… Aparecen cuando sentimos que nuestra figura de referencia, la que nos da seguridad, dedica más atención y tiempo a un tercero. Esta serie de sentimientos pueden basarse en situaciones reales que los pueden estar generando, (nacimiento de hermanas, separaciones, familias reconstituidas donde el padre o la madre pasa a convivir con los hijos de la nueva pareja, …), los cambios siempre nos contactan con la inseguridad. También se pueden disparar en situaciones que nos estamos imaginando (que se cocina de manera más habitual el plato preferido de una hermana en lugar del propio, que recibe más golosinas, que se le anima más en un deporte …), aún así más allá de eso, lo que sí es seguro es que los celos se están sintiendo y experimentando y que no resultan nada agradables. A nadie le gusta sentirlos.

Otro aspecto a tener en cuenta es que los celos entre hermanos de edades similares son más intensos porque necesitan el mismo contacto y disponibilidad de sus adultos de referencia.

Los celos derivan en sentimientos y conductas que generan dolor y angustia a quien los padece. La intensidad oscila entre un leve malestar, hasta una intensidad que puede llegar a desbordar, en buena medida esto dependerá de la edad, la madurez emocional, las características personales de cada niño y del acompañamiento que seamos capaces de dar a esta situación. Como adultas la mayoría de veces nos cuesta aceptar los celos porque los etiquetamos como un sentimiento negativo, los rechazamos y enseñamos a los niños que es un sentimiento inadecuado.

Los sentimientos que nos parecen ilógicos nos cuestan más de acompañar, ante esto, lo que hacemos normalmente es bombardear a las niñas dando explicaciones lógicas y que como adultas encontramos razonables para argumentar y justificar que no tienen motivos reales para sentir lo que sienten, como si querer a un hermano y sentir celos al mismo tiempo, fuera incompatible.


¿Cómo puedo acompañar este sentimiento?

1. No emitir juicios de valor, ya que de esta manera lo único que conseguimos es fomentar sentimientos de incomprensión, rabia, culpa, tristeza, frustración …, y aumentar la distancia emocional. Recordad que cuando juzgamos sus sentimientos, estamos minimizando lo que para ellas es importante y esto no ayudará en nada a resolver la situación, sino que provocará que persista con más intensidad. Reconocer el sentimiento, es el primer paso para poder darle espacio y poner palabras.

2. Conectar con la propia infancia, recordar momentos en los que sentisteis celos. ¿Cómo os sentíais? ¿Qué os decían vuestros padres? Y lo más importante, ¿qué hubierais necesitado en ese momento por parte de vuestros adultos de referencia? De esta manera, será mucho más accesible en la actualidad poder sintonizar con los sentimientos que puede estar experimentando el vuestro hijo. Desde aquí, podréis dar una respuesta más empática y adecuada a su necesidad auténtica (presencia y disponibilidad de las adultas de referencia y ser reconocido en su emoción). Se trata de entender que puedo experimentar sentimientos contradictorios por una misma persona y que todos son válidos, no se trata de si está bien o mal, se trata de aceptar por el momento, esto es así.

3. Las emociones y los sentimientos nos dan información sobre las propias necesidades, y a menudo cuando son desagradables, como lo son los celos, nos hablan de necesidades que no tenemos cubiertas. Por lo tanto, es importante tener claro que el objetivo principal no es hacerlos desaparecer, sino que se trata de poner atención a qué situaciones los pueden estar provocando e intentar reducirlas, pese a que a nosotros nos puedan parecer una tontería o insignificantes . El camino siempre es la paciencia, la presencia y escuchar con atención lo que niños y adolescentes tienen que decirnos, ya que es aquí donde encontraremos las respuestas.

4. Cuando se experimentan celos están en juego el valor personal y la autoestima. Por lo tanto es básico tratar a cada niña como un individuo exclusivo, como personas diferentes con sus propias particularidades. A menudo los adultos creemos que dar espacio a las emociones de niñas y adolescentes puede fomentarlas todavía más, esta es una creencia que limita la expresión libre de su emocionalidad y que a la larga provoca represión y fijaciones emocionales.

 

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5. Generar espacios que den seguridad a los niños. Observar si hay favoritismo hacia alguno de las hijas y qué conductas conscientes o inconscientes lo generan. Las comparaciones también la disparan, observar pues como se da la competencia, la comparación, la tendencia al perfeccionismo, la exigencia… serán factores clave para identificar qué puede estar disparando los celos. Crear espacios tranquilos en un contexto de incondicionalidad para que la comunicación pueda surgir con fluidez y os puedan expresar que hay detrás sus celos: «tengo miedo que prefieras a mi hermano», «a mí ya no me vienes a buscar más en la escuela «,» a mí sólo me regañas «…

Tened confianza en que es un sentimiento transitorio y que acabará pasando. Tenemos que poder respetar el ritmo de cada niña, no porque queramos que acabe pronto así será. Funciona ayudar al niño a que se pueda expresar a través de la palabra, los cuentos, el juego, los dibujos, el teatro … Para nosotras como adultas, será importante también acompañarnos en los sentimientos que nos despiertan frustración, tristeza, impotencia, miedo … que no son tan diferentes de los que pueden estar experimentando nuestros hijos, desculpabilizarnos por no poder llegar a todo y entender que el amor compartido no tiene porque significar menos amor.

Laia Piqué Liquete
Terapeuta Gestalt y sistémica.



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