De la culpa a la responsabilidad: un viaje desde la conciencia

La culpa es una emoción compleja que todos conocemos y con la que muchas personas conviven a diario. Desde el punto de vista de la terapia Gestalt, además de una emoción, la culpa es una acción que ejercemos contra nosotros mismos. En el artículo de hoy nos aproximamos a la culpa para verla frente a su forma sana: la responsabilidad.


LA CULPA COMO CASTIGO


La culpa forma parte de nuestra cultura. Se alimenta de las creencias sociales, morales, religiosas y personales sobre lo que «está bien» y «está mal» en busca de un castigo que creemos merecer, por eso es una de las formas de manipulación y control más eficaces que existen. Podemos decir que la culpa es una búsqueda inútil de reparación a través del autocastigo.

La culpa es una búsqueda inútil de reparación a través del autocastigo

Cuando la realidad de nuestras emociones, actos, pensamientos, capacidades, circunstancias, etc… choca con nuestro sistema de creencias, ideales y expectativas personales, aparece la culpa. El juez interno que todos tenemos (algunos más estricto, otros más indulgente) nacido principalmente a partir de lo que nos enseñaron nuestros padres, nos dicta una serie de normas y condiciones que, de incumplirse, alimentan la actitud culposa.

El escritor, médico y terapeuta Gestalt  Jorge Bucay define así el proceso de la culpa:Barcelona gestalt culpa

1. Hago o dejo de hacer algo que daña (o imagino que daña) a otro (porque seguramente a mí me hubiera dañado).
2. Me hago cargo de haber defraudado al que esperaba otra cosa de mí (o imagino que él esperaba).
3. Me juzgo sin piedad (como juzgaría a otros en mi situación) y me encuentro culpable del daño producido porque podría haberlo evitado (o imagino que habría podido evitarlo).
4. Me condeno a cargar con mi propio desprecio (como te condenaría a ti en una situación equivalente).

 

Detrás de la culpa también suele esconderse, además de rabia y exigencia, una buena dosis de orgullo: por un lado, cuando me siento culpable, estoy situándome en el centro de todo asumiendo que depende de mí. Por otro, cuando me veo «fallar», la autoimagen que tengo sobre cómo debería actuar se derrumba: no soy quien me gustaría ser.

La culpa, en sí, ya es una forma de castigo, un alivio del sufrimiento del que nos sentimos merecedores

La culpa, en sí, ya es una forma de castigo, un alivio del sufrimiento del que nos sentimos merecedores. Un buen ejemplo es el de Conor, el niño protagonista de la película «Un monstruo viene a verme» (a la que dedicamos este artículo), cuya culpa es tan grande que busca su castigo por todas partes: cada vez que se porta mal pregunta si le van a castigar, a lo que los adultos le contestan “¿de qué serviría?”. La respuesta interna de Conor seguramente es “¡para aliviar mi culpa!“.

Otro buen ejemplo: una persona sumida en una terrible culpa por haber sido infiel, se confiesa a su pareja no como un acto de honestidad o reparación, sino por ser incapaz de sobrellevar su culpa. Ese «sincericidio» (sinceridad + suicidio) busca la expiación a través del castigo que espera recibir por parte del otro.


LA CULPA DESDE UNA MIRADA GESTÁLTICA


Detrás de la culpa siempre hay enfado: la culpa surge del resentimiento hacia otra persona (sobre la que nos sentimos culpables). La Terapia Gestalt contempla la culpa como un mecanismo de defensa llamado retroflexión, que es la acción por la que nos hacemos a nosotros mismos algo que querríamos hacer a otro. Una forma de explicarlo sería: «como no me atrevo a enfadarme contigo o no me permito sentir rabia hacia ti, vuelvo esa emoción contra mí y así no me tengo que exponer a ello. Para no dañarte a ti, elijo dañarme a mí mismo».

Queda claro entonces cómo la culpa es una forma directa de autoagresión, en la que cada cual elige su propio correctivo (todos tenemos nuestros favoritos): beber, deprimirnos, drogarnos, sumirnos en la angustia o en la ansiedad, recrearnos en el pasado, negarnos la felicidad, no permitirnos ayuda, cerrarnos a los demás… Todo para permanecer en ese sufrimiento que creemos merecer.

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LA CULPA SANA


Una de las formas en que la culpa resulta útil y positiva es la que nace de la empatía y actúa como una toma de conciencia, es decir, nos hace contactar con un daño real hecho a otros. En este caso, es un primer paso para ocuparnos de ver nuestros errores y reparar ese daño, momento en el que como veremos más adelante, la culpa se transforma en responsabilidad y aprendizaje. En esta misma línea, la culpa anticipada nos hace evitar las acciones que sabemos dañinas para los demás y tiene la función de preservar las relaciones interpersonales.

En estos dos puntos deben trabajar especialmente aquellas personas con poca empatía, dificultades para responsabilizarse del daño causado a otros o que usan a los demás a su conveniencia.

Por otro lado, hay personas con fuertes tendencias culposas, proclives a responsabilizarse neuróticamente y de forma casi automática de cosas que en realidad están muy lejos de su radio de influencia. Aquí aparece también el orgullo del que hablábamos antes.

En este caso la culpa resultará positiva si se hace el ejercicio de sostenerla y resistirse a los mecanismos habituales que llevan a evitarla. Por ejemplo, cuando una madre abnegada que no se permite espacios para sí misma, puede dejar a sus hijos con un canguro para pasar un rato de ocio. Sostener la culpa de hacerlo será positivo para ella, pues estará atendiendo la necesidad sana de ocuparse de sí y ejercitándose en ello. Aquí se trata de elegir un «sufrimiento útil» , un malestar que ayude a transformar algunas tendencias neuróticas en otras más beneficiosas. Hay culpabilidades que vale la pena sostener.

 


¡ES CULPA TUYA! 


La proyección es el mecanismo por el que atribuimos cosas propias (normalmente aquellas que no somos capaces de admitir o ver en nosotros mismos) a los demás. Ante la presencia de culpa es habitual la tendencia a proyectarla hacia fuera, buscando el responsabilizar a otros en un intento de librarnos de ella.

Cuando proyectamos no sabemos que estamos proyectando. Mucho menos que seamos un proyector. Entonces, la proyección consiste en la tendencia de hacer responsable al ambiente de lo que se origina en el Sí Mismo.
 Fritz Perls

Detrás de la culpa proyectada y como hemos visto en los ejemplos de más arriba, hay un miedo (o deseo) al castigo. (El tándem miedo/deseo es un tema en el que no entraremos por ser complejo y merecer un artículo propio). Así pues, la proyección de la culpa también es una huida directa de la propia responsabilidad: «como no estoy dispuesto a sentir el malestar que me pertenece, me descargo de mi culpa proyectándola hacia otras personas o circunstancias externas a mí».

 


DE LA CULPA A LA RESPONSABILIDAD


El concepto «responsabilidad» tiene mala fama porque se asocia a cargas, deberes, tareas desagradables y no deseadas. En Terapia Gestalt en cambio, se elimina la parte de la obligación y se habla de la responsabilidad como punto de partida indispensable para el crecimiento, la madurez emocional y la liberación de patrones inconscientes. Es imposible hacernos cargo de nuestra vida sin responsabilizarnos de nuestros propios pensamientos, emociones, deseos, actos, impulsos, neuras, etc… Por eso el concepto responsabilidad tiene un enfoque positivo como generador de conciencia, autonomía y verdadera libertad.

Las principales diferencias entre culpa y responsabilidad:

CULPA RESPONSABILIDAD
Gestión insanaGestión sana
SufrimientoAceptación
PasadoPresente
Pasiva, parálisisActiva, acción
FantasíaRealidad
EscapeCompromiso
InconscienciaConciencia
CastigoReparación a otros/autoperdón
InmadurezMadurez
VictimizaciónEmpoderamiento
LimitanteAyuda a crecer

 

La culpa es en realidad la mejor forma de escapar de la responsabilidad. Es como si el discurso interno fuera: «mientras me mantengo en la culpa no tengo que hacerme cargo de nada, no hay que pasar a la acción, no tengo que asumir consecuencias, ver errores, «crecer» ni arriesgarme. Me mantengo en el sufrimiento que ya conozco, en una posición victimista y no tengo que hacerme cargo de mi vida».

Es más fácil seguir sufriendo que cambiar
Bert Hellinger

Así pues, la culpa es la versión inmadura e insana de la responsabilidad. Mientras que la primera es un «tirar pelotas fuera», la segunda se hace cargo, toma conciencia de los errores, acepta y activa las acciones necesarias para la reparación, bien sea externa o interna. La culpa actúa de barrera, de límite, mientras que la responsabilidad ayuda a crecer, avanzar y aprender.

Culpa y responsabilidad, terapia gestalt, terapia en barcelona, coachingCuando asumimos nuestros actos, vemos sus consecuencias, nos hacemos cargo de los errores y pasamos a una actitud activa de aprendizaje, es cuando la culpa se transforma en responsabilidad.

Ésta también pasa por asumir la agresividad oculta detrás de la culpa y trabajarla para darle espacio. Esta tarea no suele ser sencilla y muchas veces requiere ayuda profesional.

Responsabilizarme también pasa por «perdonarme»

Algunas personas creen estar asumiendo su responsabilidad cuando en realidad sólo se mantienen en una actitud permanentemente culpable.

La culpa también tiene un claro vínculo con el pasado. En ocasiones aparece de forma inmediata pero muchas otras se da por cosas sucedidas hace mucho tiempo. En este proceso olvidamos que es imposible mirar objetivamente al pasado, pues la visión se da desde nuestro ahora, en el que las circunstancias, emociones y vivencias son distintas a las de entonces. Olvidamos que en ese momento fue nuestra mejor opción o la única respuesta que fuimos capaces de dar.

Responsabilizarme también pasa por perdonarme. Cuando lo hago, puedo por fin soltar el lastre del pasado y quedarme con la conciencia y el aprendizaje del presente.

Dejar ir el pasado, perdonarnos, ver la rabia detrás de la culpa, aprender de nuestros errores y convertir la culpa en responsabilidad no es tarea fácil, por lo que siempre se recomienda un acompañamiento profesional para poder trabajar todos estos temas con la profundidad adecuada. Confrontarnos a nosotros mismos a través de nuestra culpa y trabajar en nuestro bienestar para poder vivir más ligeros siempre es un gran acto de valentía y amor propio.



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