Perfeccionismo: ¿virtud o maldición?

 

Perfeccionismo: análisis, claves y Eneagrama

En la sociedad del «querer es poder«, la competitividad, los resultados y la búsqueda de éxito, el perfeccionismo más que verse como un defecto, está considerado una virtud. A simple vista, la imagen que un perfeccionista proyecta hacia el exterior parece un ejemplo a seguir: constancia, superación, disciplina, efectividad, responsabilidad… Pero ¿qué se esconde detrás de tanto esfuerzo? ¿Es el perfeccionismo un rasgo saludable?

Según la RAE, perfeccionismo es la «tendencia a mejorar indefinidamente un trabajo sin decidirse a considerarlo acabado». A partir de esta definición podemos empezar a ver su parte menos sana: siempre va unido a la insatisfacción. Una persona perfeccionista no ve cómo es lo que observa, sino cómo tendría que ser. Lo que se hace evidente ante su mirada es lo que falla, lo que no es como debería comparado con sus modelos e ideales internos.

La actitud perfeccionista implica una disconformidad constante que no deja demasiado espacio para ver los aspectos positivos de las cosas. Como comentamos en este artículo sobre la maximización, (que suele ir de la mano del perfeccionismo), no conformarse con cualquier resultado es un comportamiento sano que nace de la voluntad de dar lo mejor. Ahora bien, no conformarse con casi nada es una vía directa a la insatisfacción y a una lucha agotadora contra la realidad.

 


EL PERFECCIONISMO EN ENEAGRAMA


Dentro del Eneagrama  de la personalidad, el rasgo perfeccionista es una de las características principales del Eneatipo 1. El eneagrama es una potente herramienta terapéutica y de autoconocimiento utilizada por psicoterapetutas, psiquiatras y coaches en todo el mundo que clasifica la personalidad en nueve carácteres llamados Eneatipos. Las divisiones se realizan a partir de actitudes, heridas emocionales y pautas infantiles que construyen la parte menos sana de nuestra personalidad y que acaban ocultando algunos de los recursos que todos tenemos.

Ser perfeccionista no necesariamente implica pertenecer al Eneatipo 1, hay otros carácteres dentro del marco del Eneagrama en los que también puede encajar una personalidad con esta tendencia. (Puedes leer más entradas sobre Eneagrama en este enlace)

Tanto si reconoces rasgos perfeccionistas en ti o alguien de tu entorno como si te interesa el Eneagrama, te ofrecemos un breve análisis del perfeccionismo no sólo enfocado en mejorar tareas sino desde una perspectiva más amplia, como rasgo definitorio de la personalidad.


ENEATIPO 1: EL PERFECCIONISTA


eneagrama, bcn gestalt, ana roldan, perfeccionismoMetódicas, cumplidoras, exigentes, correctas, ordenadas, rígidas, trabajadoras y críticas, las personas de Eneatipo 1 tienden a considerarse en posesión de la verdad, creyendo saber lo que está bien y lo que está mal. Blanco o negro, bueno o malo, a partir de sus modelos internos se sitúan en una actitud de juicio constante, una cierta superioridad en la que prácticamente nada ni nadie está a la altura.

Si nada resulta lo suficientemente bueno, el perfeccionismo sólo deja una opción: mejorarlo. Movidos por sus rígidas normas, los «unos» se esfuerzan en mejorar tareas, situaciones e incluso mejorar el mundo o a los demás diciéndoles (no siempre de forma directa) cómo actuar, pensar o ser.

*»Eneatipo 1″ de Ana Roldán

Pertenecientes al centro instintivo, en su afán por mejorar las cosas se sienten impulsados a hacer lo que consideran correcto, viviendo en un mundo lleno de «deberías« y «tengo que» que dejan muy poco espacio al placer y a sus necesidades reales. Estrictas, moralistas, controladas, tozudas, amantes de las normas y más bien conservadoras, las personas de carácter perfeccionista actúan siempre desde las «buenas intenciones».

Perfeccionista, de tanto pulir el oro lo conviertes en cobre
A. Jodorowsky

Lo que se oculta en un plano muy profundo bajo todas estas actitudes es la sensación de no ser lo suficientemente buenos, de ser imperfectos. Al sentirse insuficientes y en un esfuerzo por alcanzar esa imagen mental que se han formado de sí mismas (cuando sean perfectas), se van a la autoexigencia y el autocontrol, actitudes a través de las que creen poder alcanzar esos parámetros en los que por fin se «sientan bien». Este hecho responde a la idea inconsciente de que para ser dignos de ser queridos, tienen que ser perfectos. Es por ello que se esfuerzan mucho en ser vistos como personas justas, buenas y virtuosas, no permitiéndose mostrar algunas emociones o actitudes consideradas «imperfectas».


RABIA Y EXIGENCIA


La infancia del Eneatipo 1 suele estar marcada por un padre/madre estrictos y exigentes con los que sintió que no era lo suficientemente perfecto, de ahí que se convirtiera en un/a «niño bueno» y desarrollara ese afán por mejorar para sentirse merecedor de su atención y amor. También puede venir de un hogar donde el caos y el descontrol le hicieran sentir la necesidad de establecer normas.

El perfeccionismo también se proyecta hacia fuera en forma de exigencia, juicio y crítica hacia los demás, aunque paradójicamente son bastante susceptibles y les cuesta aceptar las críticas que reciben. En ocasiones también pueden mostrar un particular intolerancia hacia la tristeza, la depresión y el victimismo ajenos en una dificultad de empatizar con según qué estados emocionales o necesidades que juzgan como «negativas».

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La emoción más presente en el Eneatipo 1 es la ira. A ellos, no obstante, les suele costar mucho darse cuenta de que se mueven desde la rabia, puesto que no se permiten enseñar ni contactar con algo que consideran imperfecto y que perjudica su imagen virtuosa. En lugar de mostrarse abiertamente, la ira se reprime y se expresa a través de la crítica, la frustración, el rencor, la culpabilización, la exigencia y la imposición de sus criterios. Suelen aconsejar y dar su opinión sin que nadie se la pida, como una muy educada pero intransigente Mary Poppins con el dedo en alto y la espalda recta enseñando la forma correcta de hacer las cosas.


LA SERENIDAD COMO ANTÍDOTO


Ver el mundo a través de las gafas del insaciable perfeccionismo resulta agotador. Como no hay una aceptación de la naturaleza imperfecta de las cosas, se establece una lucha constante e imposible contra la realidad. Como compensación y con el objetivo de encontrar el equilibrio a tanta ira y rigidez, el Eneagrama señala la serenidad como virtud a cultivar.  Acercarse a la serenidad proporciona un descanso de ese «hacer» compulsivo, un respiro en el que poder entrar en la aceptación de las cosas tal y como son.

Amigo, no seas perfeccionista. El perfeccionismo es una maldición y un esfuerzo.
Es perfecto si te dejas estar y ser. Fritz Perls

Dejarse estar y ser, como dice Fritz Perls, creador de la Terapia Gestalt, es la clave para que el Eneatipo 1 pueda liberarse de la compulsión de mejorarse y por fin sentirse digno de ser querido tal y como es. A partir del trabajo de aceptación de su propio ser, irá siendo capaz de aceptar a los demás en sus virtudes y defectos, disminuir la exigencia y el control, hacerse consciente de su rabia y rebajar sus altas expectativas.

Cuando una persona perfeccionista se trabaja a nivel personal es más capaz de:

– aceptar la imperfección en sí mismo y en los demás
– identificar su juez interno y dejar de actuar según sus normas
– aceptar y considerar otros puntos de vista
– rebajar la crítica, la exigencia y las expectativas hacia los demás
– contactar con sus necesidades reales
– hacerse consciente de su ira y aprender a gestionarla
flexibilizarse para estar más en el permiso a disfrutar de la vida
– ser más empáticx y compasivo, rebajar el juicio hacia actitudes ajenas
delegar responsabilidades desde la confianza en las capacidades de los demás
– poner límites internos con los que dar por finalizado las tareas sin perfeccionarlas obsesivamente
– disminuir el autocontrol, estar más en la espontaneidad
– cultivar la humildad, abandonar el papel de moralista y conocedor de «la verdad»
– contactar con su mundo emocional
– disminuir la tensión tanto corporal como mental en una mayor paz interior

Seremos imperfectos porque la perfección seguirá siendo
el aburrido privilegio de los dioses. Eduardo Galeano

A partir de un profundo trabajo interno y ya más alejadas de las tendencias neuróticas de su carácter, los perfeccionistas se acercan a una vida más relajada y placentera. Desde actitudes más abiertas, espontáneas, cálidas y empáticas, se revelan como personas equilibradas, buenas líderes y guías, íntegras, confiables, justas y con una gran energía para emprender tareas y ejecutarlas con responsabilidad y eficacia.



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