Cualquier final nos ofrece la oportunidad de poner conciencia sobre aquello que acaba, valorar y asimilar experiencias. Además de disfrutar de celebraciones, cenas de empresa y regalos navideños, los últimos días del año son una buena ocasión para reflexionar sobre lo acontecido durante los 12 meses anteriores y poder obtener valiosos aprendizajes.
Más allá de elaborar una lista con elementos «pendientes o completados» o cosas «positivas y negativas», vale la pena hacer una valoración más profunda y plantearse aspectos un poco más complejos. A continuación te ofrecemos 5 puntos sobre los que reflexionar y poder hacer un balance más útil.
¿Qué puedo aprender de este año que se acaba? ¿Qué aspectos necesito trabajarme?
¿A qué le has dedicado más energía, tiempo y atención?
Has dado el 150% en el trabajo y eso te ha restado tiempo para ti, tu familia, amigxs o para realizar otras actividades. Te has centrado mucho en otra/s persona/s y te has olvidado de ti mismx (o todo lo contrario). Te has esforzado en conseguir un ascenso y has acabado con ansiedad… Puede que hayas invertido gran parte de tu tiempo y energía en un aspecto de tu vida que no esté muy de acuerdo con tus necesidades o deseos reales.
Los aspectos a los que te has dedicado más ¿te acercan o alejan de tu bienestar interno?, ¿atienden tus necesidades y deseos reales?, ¿qué consecuencias tienen en tu vida?. Las respuestas a estas preguntas permiten revisar prioridades y redirigir la atención hacia necesidades u objetivos más coherentes y sanos.
¿Has cumplido tus objetivos?
Hacer más ejercicio, encontrar un hobby, aprender idiomas… Entran en escena los famosos «buenos propósitos». ¿Has cumplido los objetivos que te propusiste al iniciar este año? Tanto si la respuesta es afirmativa como si no lo es, vale la pena repasar cómo y porqué has obtenido estos resultados. Este post puede ayudarte a reajustarlos de cara al año que empieza en pocos días.
Más allá de objetivos «funcionales», podemos plantearnos otros que actúen en planos más internos, por ejemplo: expresar más mi opinión si me cuesta hacerlo, trabajar en mi seguridad, aprender a decir «no», conocerme mejor, etc…
En este sentido y para que no quede solamente en una intención, es recomendable traducir este tipo de trabajos en acciones concretas o buscar un acompañamiento profesional que nos facilite la tarea.
¿Mis decisiones y actitudes me han acercado a lo que realmente quiero o necesito?
¿Qué necesitas aceptar, cerrar o soltar en este año que acaba?
ACEPTAR: A veces nos agotamos luchando contra cosas que no dependen de nosotrxs: actitudes de otras personas, circunstancias externas, hechos que escapan a nuestra responsabilidad… En este caso solo podemos aceptar las cosas como son o han sucedido y responsabilizarnos de la parte en la que sí podemos intervenir: en cómo vivirlas de la mejor forma posible poniendo atención en aquello que tiene que ver con nuestras propias actitudes y decisiones.
CERRAR: Todo final conlleva un cierre, por lo que en este aspecto podemos poner atención en qué necesitamos cerrar y dejar en este año que se va para evitar que nos acompañe en el próximo. ¿Quizá dar por terminado algo? ¿Expresar algo a alguien para poder cerrar un conflicto interno o externo? ¿Dejar atrás una actitud propia?
SOLTAR: ¿Qué te llevas al año nuevo y qué sueltas en éste? Soltar significa dejar ir, dejar aferrarse a algo: bien sea dejar ir personas, objetos, lugares, experiencias o estados internos, se trata de poner conciencia sobre aquel peso que necesitamos soltar para continuar nuestro camino un poco más ligeros.
¿Qué necesitas revisar de ti mismx?
Al revisar el año siempre hay elementos sobre los que hacer un ejercicio de autocrítica constructiva. Lo más seguro es que en tu reflexión encuentres elementos que te han perjudicado o causado dolor. ¿Tomaste alguna mala decisión? ¿Te arrepientes de algo? ¿Alguna de tus actitudes te ha dañado a ti o a otrxs? Aunque no se puede volver atrás para cambiar el pasado, sí que se puede sustituir la culpa, pasiva y castigadora, por responsabilidad, más activa y sana.
Al responsabilizarnos de nuestras decisiones o actitudes menos acertadas, podemos aceptar sus consecuencias y por lo tanto, ocuparnos de ello activamente en lugar de sólo lamentarnos. De esta manera podemos poner conciencia sobre aquellos aspectos que necesitamos trabajar y sobre todo, extraer los aprendizajes necesarios. ¿Qué partes de ti necesitas trabajar y cómo vas a hacerlo?
¿Ha habido coherencia entre mis pensamientos, palabras, emociones y acciones?
¿Qué puedes valorar de ti?
Ha llegado el momento de ponerse medallas y hacer un reconocimiento interno sobre todo aquello que podemos valorarnos: actitudes saludables, esfuerzos realizados, objetivos cumplidos… En un plano más profundo, vale la pena poner la mirada sobre lo que hemos hecho por nuestro propio crecimiento y felicitarnos por aquellas actitudes y decisiones que nos hayan acercado a una mayor consciencia y coherencia interna ya sea a corto o largo plazo.