7 cosas por las que no debes sentir más culpa

 

Por miedo a las consecuencias que ello pueda tener, muchas veces dejamos de hacer o decir aquello que realmente necesitamos. Callamos o reprimimos actuaciones que nos proporcionarían bienestar y que son honestas con nosotrxs mismxs y con lxs demás, por creer que haremos daño a alguien, nos dejarán de querer, nos verán «malxs» o que algo cambiará.  Si además, las veces que nos armamos de valor y nos atrevemos a hacerlo después nos sentimos culpables, resultará realmente complicado escapar de este círculo de miedo y culpa en el que muchas personas se ven atrapadas.

La culpa es una emoción compleja que todxs conocemos y con la que muchas personas conviven a diario. No vamos a extendernos analizándola ahora (pues merece un artículo completo), aunque desde el punto de vista de la terapia Gestalt, además de una emoción, la culpa es una acción que se ejerce contra unx mismx.

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Más allá de que el sentimiento de culpa esté excesivamente presente o tenga un origen más o menos neurótico, lo cierto es que muchxs hemos aprendido que priorizar nuestras necesidades a las de lxs demás es egoísta, y que cuando lo hacemos, debemos sentirnos culpables. 

En este punto, siempre nos gusta utilizar un ejemplo tan gráfico como obvio: cuando viajamos en avión y nos dan instrucciones sobre cómo actuar en caso de emergencia, se nos indica que antes de ayudar a nuestrxs hijos, parejas o compañerxs de asiento… ¡tenemos que ponernos nuestra propia máscara de oxígeno! El mensaje no puede ser más claro: ¿cómo vas a ayudar a las personas de tu alrededor si no puedes respirar? Si lo llevamos al contexto que nos ocupa hoy, sigue siendo igual de obvio: ¿Cómo vas a atender al otrx si no te atiendes tú primero? ¿Cómo vas a ofrecer si no tienes para ti? ¿Cómo vas a cuidar si no te cuidas tú antes?

La generosidad, la empatía o la ayuda mal entendidas son una gran fuente de malestar, dificultades emocionales y conflictos internos.


SIETE COSAS POR LAS QUE DEJAR DE SENTIR CULPA


Bien seas una persona que convive diariamente con la culpa, bien aparezca de vez en cuando ante determinadas actuaciones, te proponemos un listado de cosas que deberías empezar a tachar de tu lista de actitudes culposas:

                        terapia gestalt barcelona      1- DECIR QUE NO

¡Qué complicado les resulta a algunxs decir esta palabra de dos letras! Inseguridad, baja autoestima, falta de asertividad y un concepto erróneo de lo que es ser «buena persona», sumado a los miedos de los que hablábamos al principio, a veces impiden rechazar propuestas o peticiones que no sientan bien o que no se quieren aceptar.

Es necesario recordar que nuestra primera responsabilidad es con nosotrxs mismxs. Decir «no» no te convierte en egoísta ni en «mala persona».

2- PONER LÍMITES

Igual que decir que no, poner límites a lxs demás es algo saludable y necesario: no dejarte invadir, expresar lo que quieres, hacer valer tus derechos o pedir que te traten con respeto es básico para darte el espacio que te corresponde. El problema es relacionar el hecho de poner límites con ser desagradables o generar situaciones violentas. Hay muchas maneras de expresar las cosas, por lo que no necesariamente hay que hacerlo de forma agresiva.
Poner límites, más que originar momentos desagradables, lo que hará es evitártelos en el futuro.

3- EXPRESAR TU OPINIÓN

A pesar de que creas que pueda desagradar a alguien, sea contraria a la mayoría o a lxs que te rodean, tienes derecho a expresar tu opinión. Decir lo que piensas tiene que ver con tenerte en cuenta y darte permiso para ser como eres. Hazte oír.

4- SENTIR UNA EMOCIÓN DETERMINADA

Las emociones aparecen como respuestas a situaciones, estímulos, pensamientos… y siempre traen un mensaje importante que darnos. Presta atención a lo que sientes y trabaja para sustituir la culpabilidad por una correcta gestión de tus emociones.

5- LAS REACCIONES ANTE LO QUE DICES O HACES

La forma en la que las demás personas reciben, interpretan o les afecta lo que dices o haces no forma parte de tu responsabilidad, sino de la suya. Si no lo haces con la intención de herir, no se trata de lo que «tú les estás haciendo» sino más bien de lo que ellxs sienten con lo que tú dices o haces. Dejar de intentar complacer a lxs demás y admitir que es imposible gustar a todo el mundo es básico para rebajar el sentimiento de culpa.

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6- SALIR DE DONDE NO QUIERES ESTAR

En este artículo ya hablamos sobre el peligro de adaptarnos a situaciones nocivas y acabar conviertiéndonos en «ranas hervidas». Acabar una relación de pareja, salir de un trabajo que te agobia, alejarte de personas que no te tratan como mereces… date permiso para salir de donde no quieres estar y para dejar de adaptarte a personas o situaciones que te resultan perjudiciales.

7- PEDIR LO QUE NECESITAS

¿Eres de lxs que se cree sin derecho a pedir nada, de lxs que tienen miedo a molestar o de lxs que piensa que lxs demás deberían saber lo que necesitas sin tener que pedirlo? Sea un caso u otro, estás en un error bastante frecuente que a la vez es un gran origen de malestar: responsabilizarnos de nuestras propias necesidades y tenernos en cuenta pasa por ser capaces de pedir lo que necesitamos de manera directa y clara.


EN BUSCA DEL EQUILIBRIO


Si bien el desarrollar estos puntos puede resultar sano para una persona con tendencia a sentirse culpable o con un carácter más bien sumiso e inseguro, queremos recordar que el bienestar reside en trabajarnos para poder estar en un punto en el que tener en cuenta a lxs demás pero sin olvidarnos de nosotrxs mismxs.
Hay veces que la predisposición natural es directamente en sentido contrario: estar constantemente en una actitud de rechazo, poner excesivos límites, usar una (supuesta) sinceridad para herir a lxs demás o estar siempre en una actitud demandante tampoco es el camino a seguir. Lo que equilibrará la balanza en este caso es desarrollar actitudes más respetuosas y empáticas en relación a lxs demás.

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Si hay una cierta tendencia a la culpabilidad, lo normal será seguir sintiéndola mientras se afianzan las actitudes que hemos comentado hoy.  Cuando estamos cambiando nuestra habitual respuesta culposa, dándonos más importancia y espacio y, en definitiva, teniéndonos en cuenta y siendo coherentes con lo que necesitamos, vale la pena sostener la culpa que nos puede producir el llevar a cabo algunas de estas actitudes e identificarla como un mecanismo automático que necesitamos revisar.

La presencia habitual de un sentimiento de culpa pone de manifiesto una necesidad de realizar un trabajo en profundidad para desentrañar su origen y poder recuperar la autonomía, la serenidad y la capacidad de decisión. Con un trabajo personal adecuado, estas acciones irán volviéndose más habituales y produciendo menos contenido culpabilizador.

  • La ilustración «nota mental» es de Jopi


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