Hoy queremos compartir una interesante entrevista a Claudio Naranjo, candidato al premio Nobel de la Paz. Naranjo es el máximo exponente actual de la terapia Gestalt, doctor en psiquiatría y tres veces honoris causa en educación y psicología. También es discípulo de Fritz Perls («padre» de la Gestalt) y creador del programa SAT basado en el Eneagrama, del que también es su principal autoridad.
EL MAL DE NUESTRA CULTURA ES QUE MIRA MÁS AFUERA QUE ADENTRO
Su programa de autoconocimiento SAT es un referente por su combinación de terapia Gestalt, meditación budista y psicología del Eneagrama, un sistema que clasifica la personalidad en nueve tipos en función de la pasión que los domine: la ira, el orgullo, la vanidad, la envidia, la avaricia, la cobardía, la gula, la lujuria y la pereza.
«No es muy diferente del concepto cristiano de los pecados. En la cultura medieval hubo cierto conocimiento de estos tipos en el ámbito religioso. Pero la religión presenta esas fuerzas como ofensas a Dios, y esa noción de pecado hoy no sirve. El eneagrama adopta una perspectiva más humanista y lo adapta a la psicología moderna. Sentir que esas pasiones nos hacen daño a nosotros mismos ayuda a barrer al enemigo interior.»
Naranjo define las pasiones como deseos intensos pero carenciales.
«Es un problema de origen emocional. Nos sentimos vacíos, inútiles, sin sentido. Tenemos una falta de armonía interior. La mayor parte de la gente, impulsada por este vacío, devora en su entorno, consume, trata de llenarse con la vida de los otros, llenarse de importancia, de poder. Es como querer llenar un hueco a través de sentir más: más lujuria, más dulzura, más perfección.
Las pasiones son parásitos mentales. Uno no vive para sí, sino para su ambición, no vive para realizar sus potencialidades, sino una imagen brillante de sí mismo que le vendieron o que uno siente que necesita para que lo quieran. Todos estos son deseos sin fondo, no se sacian, nos sobran, y se sanan a través del autoconocimiento.»
«La educación debería enseñarnos a mirar hacia adentro. Nos han criado para la ceguera», ha señalado con motivo de la publicación del libro «La vida y sus enseñanzas», editado por Kairós. En el libro, Naranjo repasa momentos de su infancia en el seno de un familia acomodada y librepensadora, sus estudios académicos, sus encuentros con sus maestros y experiencias traumáticas, como la pérdida de su hijo de once años en un accidente de tráfico a comienzos los 70. A largo de los años dice haber visto muchas transformaciones en sus pacientes.
«Se trata de ayudarles a deshacerse de su ego, de un ser falso. Cada uno que nace en el mundo es una semilla que cae en un terreno donde falta algo. Nacemos en un mundo de tiranos, en que los seres que más te quieren son al mismo tiempo los que más te hacen sufrir. Nuestros padres, sin saber que nos dañan, se adueñan del control y la autoridad desconociendo la capacidad de autocontrolarse del niño, con muy poca fe en su naturaleza interior. La actitud es: “Yo te amo y te acepto si haces las cosas de tal o cual manera”.
Una parte de la personalidad surge para defenderse de esas influencias nocivas que transmite hasta la mejor intencionada de las familias. Pero esas defensas que sirvieron al niño, de adulto se quedan obsoletas.»
¿Por qué estamos acostumbrado a vivir así, sin tomarlo como una anormalidad?
«Padecemos una condición que en teología se llama dureza de corazón. La persona que está «en pecado» no lo sabe, está endurecida. La psicología llama a eso neurosis. «
¿Cuáles son las razones de tu optimismo frente a este cuadro que pintas?
«Hoy hay más conciencia que nunca del sufrimiento en su raiz, que es el sufrimiento del no ser, la sensación de sinsentido. La gente llega a las consultas psicológicas diciendo: “No estoy bien, esto no está funcionando”. En psicoterapia se dice que es un elemento de buen pronóstico tener conciencia de enfermedad. «
¿Qué es lo nuevo que ha aportado la psicoterapia?
«Instrumentos para conocerse a sí mismo, para sanar la herida emocional y para liberar lo instintivo. Los terapeutas tratamos de sacarle el policía interior a las personas. El ser humano es más completo cuando puede dejar que todos sus elementos internos (la mente, el instinto y las emociones), se abracen en vez de debilitarse combatiéndose unos a otros.»
Eso de la liberación del instinto pareciera algo pecaminoso en el mundo que vivimos.
«Yo tengo más fe en el instinto que en la civilización actual. Los instintos humanos libres se autoregulan. Una persona sana recupera esa espiritualidad que viene del animal interior; recupera, por ejemplo, la sexualidad, que está muy dañada en la mayor parte de la gente a pesar de que hay en el mundo una libertad sexual superficial que yo no veo como libertad, sino como una contrarrepresión a la represión. Eso no tiene nada de sano.
¿Qué ganas conociéndote a tí mismo?
Conocerse a sí mismo es conocer al falso ser, a ese idiota que llevamos dentro que constantemente nos hace sufrir. Cuando uno logra verlo, está comenzando a hacerse sabio. Es duro el autoconocimiento pero es importante saber lo que uno experimenta, tener conciencia de lo que se siente. Es sanador tomar conciencia de la agresividad inconsciente, del dolor inconsciente, del miedo inconsciente. Para sanar el odio, que es una plaga generalizada, inseparable del hiper-deseo, de la codicia, de la necesidad neurótica de más, es necesaria la aceptación sincera de esos sentimientos en uno.»
En los últimos años, su trabajo se ha centrado especialmente en la formación de educadores.
«Cuanto más peleo por cambiar la educación, más me doy cuenta de las inmensas resistencias del sistema. Es como si la educación quisiera mantenernos dormidos, como si hubiera surgido en la era industrial para tener una fuerza de trabajo obediente, que no hace preguntas.
Ya es hora de que tengamos una educación para el desarrollo humano. Actualmente es predominantemente intelectual, en que los demás aspectos del ser humano son desestimados. Nada necesitamos tanto como una educación afectiva, una educación de esa capacidad amorosa que es la base de una buena convivencia familiar y social. «
La raíz de estos problemas, en su opinión, es la persistencia de un modelo de sociedad patriarcal que ha quedado obsoleto. Parte de lo que Claudio Naranjo llama el dominio masculino se extiende al imperio de las normas y la razón, frente a lo instintivo.
«El instinto del placer está mal visto, no sólo en el cristianismo, sino en todas las religiones y culturas. El patriarcado ha impuesto una especie de castración psicológica que hace que la gente sea menos creativa de lo que podría. Cada individuo vive desde la cabeza, desde su superego, desde la tiranía del debería. De eso se trata la moralidad ordinaria, seguir las órdenes del padre internalizado. El ser humano lleva dentro de sí mismo un capataz y un esclavo, el esclavo es su naturaleza espontánea, instintiva, los elementos maternos y filiales.»
¿Qué le dirías a alguien que desea abordar el camino del autoconocimiento que propones?
«Que el cambio interior es un trabajo, una disciplina. Es necesario trabajar por nuestro progreso. El esfuerzo tiene mucho que ver con estar dispuesto a sufrir, a mirar lo doloroso y torcido que hay en uno. Después de esa etapa, que es terapéutica, viene un nuevo nacimiento. Nace el ser verdadero de uno mismo, que sabe vivir. Estar sano es sentir el bienestar de ser»