Pensar en comida no es lo mismo que comer, ni hablar sobre nadar es lo mismo que nadar. Por mucho que seamos precisos en la descripción de sabores y texturas o movimientos y técnicas, una explicación teórica no puede compararse a la experiencia de saborear un bombón o tirarse al agua, mojarnos y nadar en ella.
Numerosos estudios coinciden en que la experiencia en primera persona es la manera más completa, real y duradera de aprender algo. El aprendizaje intelectual o teórico es importante en algunos ámbitos y puede servir como base para completar un aprendizaje vivencial, pero quedarnos en el plano racional sin materializar lo aprendido, en muchas ocasiones nos deja la lección a medias. El peligro de limitarnos a la teoría es el de quedarnos más en el mundo de las ideas y los conceptos que pasar al de la acción, y en este sentido, la acción más pequeña es mejor que la intención más grande.
Lo aprendido a través de la vivencia es mucho más dificil de olvidar. Los aprendizajes más valiosos se originan en lo que vivimos porque experimentar hace que la enseñanza sea más amplia y garantiza su registro a niveles más profundos.
LOS ENFOQUES VIVENCIALES EN PSICOTERAPIA Y DESARROLLO PERSONAL
En el campo de la terapia y el crecimiento personal ocurre lo mismo. Últimamente y en este sentido ha surgido una figura, la del acumulador de técnicas, que «colecciona» teorías, cursos, talleres y técnicas pero que no se implica de manera profunda en ninguna de las disciplinas que realiza, no llegando nunca a un auténtico camino de transformación y conciencia personal.
Podemos acudir a conferencias, charlas y talleres teóricos, podemos leer artículos de psicología y libros de autoayuda que aunque seguro nos resultarán útiles para aprender conceptos y despertar importantes preguntas, nunca podrán sustituir el aprendizaje que supone el trabajo en primera persona en el marco de un estilo terapéutico vivencial.
En el ámbito de la psicoterapia, entender una dificultad o conocer su origen no equivale a saber cómo gestionarla o iniciar el camino para su integración o transformación. Cuando sólo se trabaja el problema o síntoma desde lo racional, el aspecto emocional (que es el origen de casi todas nuestras dificultades) suele quedar relegado a un segundo plano o abordarse de manera superficial. Resulta un tanto contradictorio trabajar aspectos emocionales solamente desde un punto de vista mental.
HABLAR SOBRE NADAR EN LUGAR DE TIRARSE AL AGUA
Pretender solucionar problemas emocionales o cambiar actitudes vitales sólo a través del trabajo intelectual sería como realizar un curso de natación por internet. Existen, pues, estilos que trabajan el plano mental y otros que realizan una mirada más allá del intelecto y se caracterizan por tener un enfoque experiencial. En este segundo grupo entrarían el conjunto de terapias humanistas dentro de las que se encuentra la terapia Gestalt.
La manera más integradora y eficaz de abordar problemáticas es la de añadir a la parte mental la experimentación de las emociones y el cuerpo. Con la vivencia emocional y corporal, más allá de entender el por qué siento algo, descubriré el cómo, el qué y el para qué lo siento, siendo éstos puntos de partida más activos y enriquecedores a partir de los que poder tomar parte en la resolución de la propia dificultad.
En este sentido, las técnicas Gestalt facilitan el contacto vivencial de las diferentes emociones para acercarnos a ellas de una manera más completa y profunda. Por ejemplo, más que ofrecer teorías y quedar en el plano mental de hablar sobre algo, se invita a la persona a realizar algún ejercicio para vivenciar y descubrir en sí misma cómo experimenta el tema tratado y trabajarlo sobre su propia vivencia.
«A menudo, las manos resolverán un misterio con el que el intelecto ha luchado en vano» Carl Jung
En Gestalt se considera que la persona es un todo formado por mente, emoción y cuerpo, por lo que se fomenta el equilibrio de estos tres centros vitales como base para el bienestar. Por esta razón se le dar relevancia sobre todo a lo emocional y también a lo corporal, muchas veces olvidado en algunos enfoques terapéuticos.