La película «El discurso del rey», un ejemplo gestáltico

«El discurso del rey», ganadora del Oscar a la mejor película en 2010, puede servirnos en muchos aspectos como ejemplo del enfoque terapéutico Gestalt. En esta excelente película basada en una historia real, un terapeuta poco convencional para la época, ayuda al rey de Inglaterra a superar su tartamudez (sí, acabamos de explicarte el final así que ya puestos, ¿por qué no sigues leyendo aunque no hayas visto la peli?) 

¿En qué aspectos podemos encontrar reflejado el punto de vista gestáltico?

1- LA RELACIÓN TERAPEUTA-CLIENTE

En la película, el terapeuta obliga al rey que se desplace hasta su consulta y que se dejen de lado todos los protocolos para poder relacionarse como dos seres humanos más allá de títulos y jerarquías. A diferencia de otros estilos terapéuticos, en Gestalt cliente y terapeuta nos situamos en una posición de igual a igual, estableciendo así una relación cercana, sin juicios ni personajes prefijados. Huimos de actitudes paternalistas y de la visión del cliente como «enfermo y sin recursos propios».

Los terapeutas gestálticos, además de realizar los estudios correspondientes, también debemos seguir un intenso proceso personal antes de poder ejercer como profesionales. Esta circunstancia nos acerca a la experiencia real del cliente y desde esa base podemos realizar un acompañamiento más cercano, limpio, real y empático.

2- EL ENFOQUE

El rey acude al terapeuta para solucionar lo que él ve como su problema principal, la tartamudez, cuando en realidad se trata del síntoma de una serie de conflictos emocionales que se han ido desarrollando a lo largo de su vida. El tartamudeo, pues, sólo es la punta del iceberg.

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En Gestalt, consideramos a la persona como un todo y no nos limitamos a tratar el síntoma, sino que vamos a buscar su origen para no poner sólo «una tirita» encima de la herida, sino para sanar la herida en sí y evitar que vuelva a producirse el malestar que ocasionaba. Trabajar el nivel emocional además del intelectual es básico para poder acceder al origen de la mayoría de las problemáticas y conseguir integrarlas y aprender a gestionar las emociones de forma sana.

3- LOS TRES CENTROS

El terapeuta también propone ejercicios físicos al rey, además de ahondar en su parte emocional y racional. En Gestalt buscamos el equilibrio entre los tres centros principales del ser humano: el cuerpo, la mente y las emociones. Tratar un problema sólo desde la parte intelectual deja «cojo» el proceso limitándolo al simple entendimiento racional. Integrando los tres centros, vivenciando, es como se consigue «aprender de verdad», asentar el proceso y los nuevos recursos en niveles más profundos.

4- APOYO-CONFRONTACIÓN

El terapeuta brinda todo su apoyo al rey pero también lo confronta cuando lo cree necesario en beneficio de su proceso. Los terapeutas Gestalt apoyamos las manifestaciones de la parte sana del cliente y confrontamos las de su parte autoboicoteadora y neurótica.

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5- ENCONTRAR «LA PROPIA VOZ»

El terapeuta logra hacer ver al rey, que en realidad cuando piensa y canta consigue hacerlo sin tartamudear, por lo tanto el tartamudeo es una manifestación de su parte neurótica, algo que desarrolló como defensa ante los problemas en su niñez y todas las presiones a las que se ha visto sometido por ser príncipe. Su voz auténtica NO tartamudea.

Desde pequeños, todos nosotros construimos mecanismos de defensa frente a diferentes circunstancias, y éstos distorsionan la expresión de nuestra propia voz, nuestro ser auténtico, hasta que al final creemos que nuestro «tartamudeo» nos es propio, que forma parte de nuestra personalidad y que «somos así». El encontrar la propia voz, la auténtica, la que sale de nuestra parte sana, es el objetivo principal de la terapia Gestalt.

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No olvidemos, no obstante, que se trata de una película y que no toda la relación entre los dos personajes refleja el espíritu gestáltico. De hecho, hay un momento en el que no puede quedar más lejos: Lionel (el terapeuta) juzga el comportamiento de su cliente y de alguna manera se apropia del problema del rey, lo hace suyo implicándose a un nivel demasiado personal, seguramente por problemas propios no resueltos.

Ambas cosas no suceden en una relación gestáltica, en la que no se establece ninguna clase de juicio de valor sobre lo correcto o incorrecto de las decisiones del cliente. El terapeuta, aunque brindando todo su apoyo y empatía para que se produzca una relación humana y cercana, trabaja a partir de la ausencia de juicio. Este hecho, añadido al trabajo personal previo del/la terapeuta, evita la confusión de las propias vivencias y emociones con las del cliente, hecho que entorpecería gravemente su proceso personal.

Te recomendamos que si aún no has visto «El discurso del rey» la veas, y si ya lo has hecho… ¡repitas!



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