¿Intención o acción?

Todos estamos llenos de buenas intenciones y propósitos, pero lo que realmente produce cambios y moviliza la energía es el paso a la ACCIÓN. Por pequeña que sea, una acción tiene mucho más poder que la más grande de las intenciones. La intención pertenece al mundo de las ideas, lo subjetivo, lo abstracto, mientras que la acción implica lo real, lo físico, lo concreto.

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Vamos a tomar como base uno de los objetivos del enfoque Gestalt, el de equilibrar pensamiento, emoción y cuerpo: la intención pertenecería al ámbito del pensamiento, una idea, un deseo. A esta intención, tendría que unirse la parte emocional, que en este caso sería la motivación, lo que me mueve, el sentimiento que hay detrás.

Los dos elementos anteriores quedan sin materializarse si no paso a la acción, que en este caso sería lo relacionado con lo físico, lo concreto, lo corporal. Los tres elementos son igualmente necesarios: sin intención no se iniciará nada; sin una motivación auténtica y sana, las acciones o intenciones serán una cáscara vacía, un actuar a través de una imposición o exigencia. Sin acción, nada se materializará y no habrá cambio, la intención sin la acción se queda en nada.

Sin acción no hay cambio, la intención sin la acción se queda en nada

Por poner un ejemplo, la intención de dejar de fumar sólo será el paso previo para conseguirlo (idea). Lo que realmente me acercará a mi objetivo es, por un lado, la motivación que tenga para hacerlo (emoción), y por otro, la decisión de no encender el cigarrillo (acción). Cada vez que decida no encender un cigarrillo (cada vez puedo elegir hacerlo o no) será una pequeña acción que me acercará poco a poco a mi objetivo. Sin motivación suficiente, mi objetivo será inalcanzable. Quizás a través de la exigencia pueda conseguir no fumar durante un tiempo, pero sin una motivación sana y amorosa hacia mí, no será duradero. Y, naturalmente, sin la acción es evidente que nunca llegaré a cumplir el objetivo.

Si pienso en dejar de fumar, en el objetivo global, puede parecerme algo muy grande y más complicado de alcanzar. Si me centro en acciones más pequeñas (por ejemplo, en escoger no fumar cada vez que me aparezca la necesidad) será algo más fácil de gestionar aunque en realidad el objetivo seguirá siendo el mismo, transformando la gran intención en pequeñas acciones. Me ayudará, pues, centrarme más en el proceso (presente) que en el objetivo final (futuro).

La intención es el origen, pero la acción es el elemento transformador

Si necesitas ayuda para convertir intenciones en acciones, pídenos una primera sesión gratuita de terapia o Coaching y te asesoraremos.



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